En el segundo capítulo de Los juegos del hambre de Suzanne Collins, la historia continúa inmediatamente después de que Prim, la hermana menor de Katniss Everdeen, es seleccionada como tributo femenino del Distrito 12. La inesperada elección de Prim conmociona tanto a Katniss como al público, ya que ella es joven y frágil, y su supervivencia en los Juegos sería casi imposible.
Impulsada por el miedo y el instinto protector, Katniss toma una decisión arriesgada y valiente: se ofrece voluntaria para tomar el lugar de su hermana en la competencia. Esta acción, aunque heroica, sorprende a todos, porque ofrecerse como tributo voluntario es algo inusual en el empobrecido Distrito 12. El público y la familia de Katniss quedan en shock, y Prim intenta resistirse al cambio, pero Katniss insiste en que así debe ser.
La atención luego se dirige al tributo masculino seleccionado, Peeta Mellark, el hijo del panadero, lo cual aumenta la tensión para Katniss. Aunque ambos son del mismo distrito, ella recuerda un incidente en el pasado donde Peeta la ayudó cuando su familia pasaba hambre. Ahora, están destinados a enfrentarse como enemigos en la arena, añadiendo una capa de complejidad emocional a la historia.
Este capítulo marca el inicio de un vínculo complicado entre Katniss y Peeta y sienta las bases de la lucha de Katniss por proteger a quienes ama en un mundo brutal y controlado por el Capitolio.
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