En el cuarto capítulo de Los Juegos del Hambre, Katniss y Peeta siguen su viaje hacia el Capitolio y se preparan para el espectáculo de presentación de los tributos. Aunque Haymitch, su mentor, sigue siendo un enigma para ellos debido a su aparente desinterés y embriaguez, les da un consejo clave: deben hacer una buena impresión en el Capitolio, ya que los patrocinadores pueden ser decisivos para su supervivencia en la arena.

Al llegar al Capitolio, Katniss queda sorprendida por la opulencia y el estilo de vida de sus habitantes. Ahí, ella y Peeta son presentados a su equipo de preparación y, especialmente, a Cinna, su estilista, quien destaca por su sencillez y empatía, algo inusual entre los ciudadanos del Capitolio. Cinna diseña un traje especial para Katniss y Peeta que simula estar envuelto en fuego, simbolizando la “chispa” del Distrito 12 y causando un gran impacto en el desfile de los tributos.

Este capítulo revela la diferencia abismal entre la vida en los distritos y el Capitolio, y subraya la importancia de la estrategia y la imagen pública en los Juegos, mientras Katniss comienza a comprender el poder de la percepción y la manipulación en este cruel evento.

En el tercer capítulo de Los Juegos del Hambre, Katniss y Peeta se despiden de sus seres queridos antes de partir hacia el Capitolio. Katniss se encuentra con su madre y Prim, a quienes les pide que se cuiden mutuamente y promete hacer todo lo posible por sobrevivir. También recibe la visita de su amigo y compañero de caza, Gale, quien le da consejos y le recuerda que debe ser fuerte.

Durante el viaje en el lujoso tren hacia el Capitolio, Katniss y Peeta conocen más a fondo a Effie Trinket, su excéntrica escolta, y a Haymitch Abernathy, su mentor, quien al principio parece desinteresado y siempre está borracho. Katniss comienza a darse cuenta de que su destino es incierto y que dependerá de sus habilidades y de su determinación para sobrevivir en los Juegos.

Este capítulo profundiza en la relación de Katniss con los demás y en el abismo social entre los distritos y el Capitolio, preparando el escenario para la brutal competencia que se avecina.

En el segundo capítulo de Los juegos del hambre de Suzanne Collins, la historia continúa inmediatamente después de que Prim, la hermana menor de Katniss Everdeen, es seleccionada como tributo femenino del Distrito 12. La inesperada elección de Prim conmociona tanto a Katniss como al público, ya que ella es joven y frágil, y su supervivencia en los Juegos sería casi imposible.

Impulsada por el miedo y el instinto protector, Katniss toma una decisión arriesgada y valiente: se ofrece voluntaria para tomar el lugar de su hermana en la competencia. Esta acción, aunque heroica, sorprende a todos, porque ofrecerse como tributo voluntario es algo inusual en el empobrecido Distrito 12. El público y la familia de Katniss quedan en shock, y Prim intenta resistirse al cambio, pero Katniss insiste en que así debe ser.

La atención luego se dirige al tributo masculino seleccionado, Peeta Mellark, el hijo del panadero, lo cual aumenta la tensión para Katniss. Aunque ambos son del mismo distrito, ella recuerda un incidente en el pasado donde Peeta la ayudó cuando su familia pasaba hambre. Ahora, están destinados a enfrentarse como enemigos en la arena, añadiendo una capa de complejidad emocional a la historia.

Este capítulo marca el inicio de un vínculo complicado entre Katniss y Peeta y sienta las bases de la lucha de Katniss por proteger a quienes ama en un mundo brutal y controlado por el Capitolio.